Metástasis
Una selección de cuentos y poemas que explora personajes que experimentan ambientes borderline, excesos, drogas y asesinatos.
Constataciones (fragmento)
“Recuerdo lo que me decía sobre hacerlo solo de vez en cuando para no crear una adicción. Que no quería que nos transformáramos en esos zombis dependientes y sin voluntad a los que tanto despreciábamos. O incluso cuando ya lo hacíamos a diario, todo el tiempo, y alguien nos cuestionaba, solía decir que era solo una etapa, algo que necesitaba vivir. Tocar fondo, decía, hay que vivirlo todo. Lo que nadie nos dijo entonces es que ese tal fondo no existe. Siempre se puede llegar más bajo. Las medidas de higiene desaparecieron muy pronto. Empezamos a robar, vender nuestras cosas, prostituirnos. Hace años teníamos convicciones y creíamos en ellas. Y ahora henos aquí. Las vidas del “fondo a la derecha”. Diego tiene razón en decir que estamos al borde de la muerte, pero sí nos damos cuenta. Lo sabemos cada vez que introducimos la punta de la aguja en nuestras venas. No hay pedo, aun no es el momento de echarnos para atrás”.
Deja de mirarme como si me conocieras (fragmento)
«Te das cuenta de que se ha salido todo de control cuando manchas tus manos de sangre. Tú, el más chico, el único hombre, criado en el seno de una amorosa familia católica para ser un hombre de bien. Te dieron los mejores estudios y te entregaron todo lo que estuvo a su alcance. Ahora das dos pasos cortos para atrás cada vez que el charco de sangre se acerca hasta tus botas.
¿Qué es lo que debería sentir un hombre normal? No lo sé, lo único que sé es que tengo que deshacerme del cuerpo antes de que alguien lo note.
El líquido rojo ha dejado una mancha extensa en la habitación. No creía que pudiera caber tanta sangre dentro de un cuerpo humano, y menos en uno tan delgado como este. Pero sigue brotando y continuo dando dos pasos cortos hacia atrás para no ensuciarme las botas».
Oye
Adoro verte caminar de un lado a otro por la habitación con nada más que mi camisa encima; la manera en la que muerdes tu labio inferior y jugueteas con tu larga cabellera castaña al verme.
No escondas tu cuchillo amor, si ya de lejos pude ver tus intenciones.
Si quieres cerciorarte de que
digo la verdad puedes
meter tus dedos en las llagas de mis manos,
así sabrás
al instante que
te quise,
te quiero y
no te he mentido.
Me cobija el calor de tus pasos, opaca los ruidos por completo con tu risa antes de hundir el lo del cuchillo contra mi pecho y ocúltame dentro de tu vientre una última vez, hasta que todo termine. Pero, vamos, hazlo de una puta vez.
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