Doce y media de la noche. El tiempo ha huído,
desde que a las nueve encendí mi lámpara
y me instalé aquí.
Me quedé sin leer, sin hablar.
¿Con quién hablar, solo, en esta casa?
Desde que, a las nueve reavivé mi lámpara,
la imagen de mi cuerpo joven apareció a mis ojos,
y la…
No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.
Tal vez hayas huido hacia…