“Abandone toda esperanza aquel que entre en este lugar” sentenciaba Dante Alighieri en la Divina Comedia; y sí, efectivamente así parece ser cuando se trata de Archivística (Archivonomía, Archivología, Administración de Archivos, Gestión documental o como sea que se le denomine dependiendo de la región geográfica), al menos, para los que sí las estudiamos como profesión, puesto que para otros profesionistas que por causalidad han ingresado a la práctica archivística, la historia es diferente, lo que, por cierto, me ha permitido contar con una enoooooorme cantidad de anécdotas negativas relacionadas con el ejercicio (y usurpación) de mi profesión, sin embargo, si no fuera por esas malas vivencias, este libro definitivamente no existiría.

Todas esas emociones negativas generadas a lo largo de unos quince años de ejercicio profesional decidí canalizarlas positivamente y como mi nombre significa risa o el que ríe, pues que mejor que reírme de mi desgracia, pero eso sí: con un toque de ironía y sarcasmo aderezados con una generosa porción de venganza y chispas de reclamo como guarnición, mezcla bastante explosiva que me permitió crear disquisiciones y preguntas tan manchadas como: ¿en qué se parecen los Archivistas a los actores porno?… si tienes el temple y la sangre fría (además de madurez y espíritu crítico) para conocer la respuesta, adelante con la lectura de este texto; por el contrario, sí desde el primer momento la comparación hecha en la pregunta te resultó ofensiva, entonces como dijera Jack Nicholson: ¡No puedes soportar la verdad!… mejor aléjate ahora que estas a tiempo de hacerlo.