Descripción
Un día extraño con calmantes
Desayuno con fluoxetina
y pregabalina, prozac, diazepan
sertralina u orfidal
rivotril o loramet en el café
almuerzo: jugo de naranja con clonazepan
en el peregrinaje por los pasillos
del hospital psiquiátrico
atestados de almas resilientes
todos fuimos niños
queríamos ser bomberos, pilotos, astronautas
¿Qué les pasó a ellos?
¿Qué me pasó a mí?
¡Ah! no lo sé, no lo sé.
Ahora sólo busco hacer de este exilio
un manojo de días sonrientes
para hacer de este mundo
un sitio más normal otra vez…
Esperando en el semáforo
Una pick up negra se detiene a mi lado
con el semáforo en rojo
sin pensarlo volteo distraídamente
hacia el copiloto que empuña presumiéndo
un cuerno de chivo, esa imponente arma
en el asiento de atrás un tercer sujeto
rapado y con tatuajes hace con la mano
la figura de una pistola y me apunta
r a t a , t a , t a , t a , t a , t a , t a
y suelta la carcajada
todos ríen y después el conductor
acelera a tope y se pierden en la noche
me quedo esperando el verde y pienso
en las decenas de miles que han muerto
en medio de esta violencia absurda
pero esta madrugada yo sólo
piso a fondo el acelerador y vuelvo a casa.
Sala de psiquiatría
La mirada inquisitiva del psiquiatra
pregunta, observa, luego escribe
receta píldoras multicolores
receta antídotos para la melancolía
y a veces me pregunto
¿qué es lo que hago aquí?
Soy una sensibilidad excesiva
aguda, profundísima.
Todo me hace mal,
y la sombra de la frialdad
es para mí ya el insoportable dolor.
Ellos no saben quien es el poeta
quizá no hago más que engrandecer
este sitio con mi presencia
rodeado de estas pobres almas
de la sala de psiquiatría
¿Qué les paso a ellos?
¿Qué me paso a mi?
Cuántas almas resilientes entre las paredes
del hospital Dr. José Torres Orozco
fueron tantos los ya caídos
cuántos corazones se arrojaron
al vacío desde la torre alta de la tristeza…
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